Las piernas me temblaban,
su alma se unía con
la mía mientras hablaban.
Se encontraban.
El miedo se apoderaba
de nuestras decisiones inesperadas
éxtasis en las miradas,
orgasmos en cada palabra.
Cómplices, compañeros, camaradas.
Fuimos el río que fingia
que fingía ser la mar calmada.
Fuimos amantes cada madrugada
conscientes de que el alba llegaba.
Blanca Baena.
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