El dolor se arraigó en el alma,
recordando.
El mar estaba en calma.
El viento acompañaba sus palabras,
recitando.
Aún conservo en mi mente su mirada despreocupada,
su sonrisa esbozada que me entrañaba,
el pelo azabache que poco a poco se convertía plata.
El mar se llevó mi libertad aquel día,
mis mejores momentos, mi alegría.
Y cada vez que susurra el viento ya no trae
poesías, sino lamentos en cada brisa.
¿Cómo puedo recordar a alguien que no me recordaría?
¿Cómo puedo pedirle al mar algo que no cumpliría?
Solo puedo suplicarle al viento que me recite esta poesía.
B.B
No hay comentarios:
Publicar un comentario