martes, 6 de noviembre de 2018

Siria


Lloraba, mientras pedía a la luna que le salvara.
Su cara dejo de ser rosada,
mudaba para ser nevada.

La acunaba, no pudo cantar más alto
que el ruido que la bombardeaba.
¿Dónde está Dios cuando más le necesitaba?

Su niña, su hija deseada, se la llevó
la guerra a una edad temprana.
Los pájaros no cantaban,
las lágrimas no cesaban.

El infierno se hizo continuo en su mirada,
el fuego ya no le quemaba.

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