viernes, 28 de junio de 2019

Quemarropa


Sacó el arma y apuntándome
disparó a quemarropa,
La sangre comenzó a salir
de una manera casi imparable.

No sentí dolor, no sentí pena,
la condena que vivía encerrada
era aún más dura que la muerte.

No me dejó decir
mis últimas palabras,
sabía que no iba a suplicar
misericordia a nadie.

Se giró mientras abandonaba
mi cuerpo en aquella acera,
se fue sin preocuparse si
ya estaba muerta.

Lo estaba, siempre lo estuve,
la muerte me acompañaba en vida,
el arma fueron sus ojos verdes oliva,
La sangre era aquella traición que
nunca superaría.

Los buitres me arrancarán la carne
porque mi corazón fue destruido
aquel mismo día.

B.B

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