No éramos astros que se juntan.
Estábamos separados como
el sol y la luna.
Él brillaba tanto cuando sonreía
que causaba en mis ojos
un daño irreparable.
Causaba en mi interior
la sensación de ser aquello
que dije que nunca haría.
Yo salía siempre cuando
él ya no estaba,
y solo podía alimentarme
del rastro de su perfume.
Empecé a quererte
sin querer.
Y yo se que no eres nada.
Pero eres la "nada" que respondo
cuando me preguntan: ¿Qué piensas?
Astros que no se juntan,
burlándose de los dioses
que los castigaron,
uniendose en cada eclipse
a pesar de seguir separados.
B.B
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