Necesitaba soledad,
que el viento golpeara mi cara,
poder respirar.
Me cortó las alas y
mis huesos se empeñaban
en volar.
El corazón no me latía
si me nombraba,
y mis piernas dejaron de temblar.
Supe que aun no estaba muerta
porque me dolía,
deseaba estarlo.
Me quitó lo único que tenia,
la dignidad,
arrancó todas mis heridas y
las bañó en sal.
Decidí sumergirme y
aferrarme al mar,
pues siempre me ha perdonado.
Tratándome de igual a igual,
Como nunca me había tratado.
B. B
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