Empezamos nuestra historia
como las buenas novelas,
con un prólogo escrito por
otras personas.
Se colocó la armadura
Y se enfrentó a
molinos de miedo.
Eran gigantes que devoraban
mis sentimientos,
y me ahogaban entre
mares de lágrimas.
Su mejor arma fue mirarme,
y en ese instante olvidé
cuánto temía la oscuridad.
Sin hablar adivinó cada
una de mis palabras,
Sin acercase me desnudó
por completo.
Mis lunares se convirtieron
en nuevos planetas,
Y el brillo de sus ojos
eran constelaciones.
No quiero dedicarte poemas
como a los demás,
a ti quiero dedicarte todos
lo versos de mi vida.
B. B
No hay comentarios:
Publicar un comentario