viernes, 20 de marzo de 2020

Serpientes


Enamorarse no es más
que el castigo que tienen
los mortales para nosotros.
Aprendieron a defenderse
manejando ese poder,
incluso sin quererlo.

Cambié su cabello
por siseantes serpientes.
Su mirada petrificaba a todo
el que se atreviera a fijarse en ella.
Usé su rostro como una victoria.
Y me arrepiento.

No solo fue la envidia lo
que me impulsó a hacerlo,
sino el sentirme traicionada
por su lujuria.

Ella no tenía culpa de nada,
Él se aprovecho de tenerme
ocupada alimentando mi odio.

Caí mil y una vez en su boca,
Y me creía sus mentiras,
Traicioné mi orgullo al
vengarme de aquella chica.

Le demostré que nadie podia
intimidarme.
Vengandome una vez más
de la persona equivocada
por caer en la trampa de enamorarme.


B.Baena







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