martes, 31 de marzo de 2020
Vivía justo en la frontera
entre el amor y el odio.
En una casa de madera
donde la orbita indiferente
del frio Sol no nos calentaba.
Ya no decorabamos juntos
el interior de nuestra casa,
Y poco a poco empezó a morir
nuestro dialecto.
Tampoco sabías que libro me
quitaba el sueño cada noche,
Ni que canción
era la que repetía todo el tiempo.
Nos acostumbramos a no
preguntar,
y las respuestas se daban solas.
Incluso cuando solo había que
callar y comprender,
estas salían a recordarme
que estaba en un campo de batalla.
Bajo la sombra del limonero roto,
Cantaban los ruiseñores una poesía.
El tiempo pasaba y no sabía,
si estaba con quien quería o
a su lado permanecía
porque con quien quiero
no puedo estar.
B. B
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